dilluns, 24 de juliol del 2017

UN GRAN ARTISTA DEL BARROCO ITALIANO


Michelangelo Merisi da Caravaggio (Milán29 de septiembre de 1571-Porto Ércole18 de julio de 1610) fue un pintor italiano activo en RomaNápolesMalta y Sicilia entre los años de 1593 y 1610. Es considerado como el primer gran exponente de la pintura del Barroco.





Introducción

Después de varios años de trabajo, Caravaggio pasó de una ciudad a otra sirviendo a varios señores importantes. Es una persona trabajadora, pero a la vez orgullosa, terca y siempre dispuesta a participar en una discusión o a enfrascarse en una pelea, por lo que es difícil llevarse bien con él.
Floris Claes van Dijk.​
Salvo en sus principios, Caravaggio produjo mayoritariamente pinturas religiosas. Sin embargo, a menudo escandalizaba y sus lienzos eran rechazados por sus clientes. Dos de los reproches habituales eran el realismo de sus figuras religiosas rozando el naturalismo temprano, así como la elección de sus modelos entre la gente de más baja condición. ​En lugar de buscar bellas figuras etéreas para representar los actos y personajes de la Biblia, Caravaggio prefería escoger a sus modelos de entre el pueblo: prostitutas, chicos de la calle o mendigos posaron a menudo para los personajes de sus cuadros. Para La Flagelación, compuso una coreografía de cuerpos en claroscuro con un Cristo en movimiento de total abandono y de una belleza carismática. Para el San Juan Bautista con el carnero, muestra a un jovenzuelo de mirada provocativa y en posición lasciva —se decía que el modelo era uno de sus amantes—.​La posición de la Iglesia al respecto da testimonio de cierta esquizofrenia:por una parte, este tipo de vulgarización de la religión le interesa mucho en una época en la que la Contrarreforma se extiende por la Italia católica, con el fin de mostrarse bajo una apariencia humana en contraste con la austeridad pregonada por el protestantismo; por otra parte, la representación de los santos bajo rasgos vulgares de golfos salidos de los bajos fondos fue juzgado incompatible con los valores de pureza y de santidad quasiaristocráticos que transmitía la Iglesia de aquella época.​Este sentimiento se reforzó por la elección de Caravaggio de preocuparse enormemente por el realismo en la ejecución de sus figuras: rechazaba corregir las imperfecciones de sus modelos para representarlos más «bellos» o de un modo más acorde a las visiones que la Iglesia tiene de sus santos. Por ejemplo, la primera versión de su San Mateo y el ángel fue rechazada no sólo por la sensualidad del ángel, que fue juzgada como trivial, sino también por la suciedad de los pies del santo, minuciosamente reproducida del modelo.​La pintura de Caravaggio que causaría el mayor escándalo a los ojos de la Iglesia fue La muerte de la Virgen, por la representación tan realista del cuerpo de la Virgen María con el vientre hinchado —acompañado de sulfurosos rumores según los cuales el modelo habría sido el cadáver de una prostituta encinta ahogada en el Tíber—. Así, la consideración de la Iglesia católica hacia Caravaggio y sus cuadros oscilará de un extremo a otro de su carrera entre el acogimiento entusiasta y el rechazo absoluto. El pintor encontrará en ella sus mayores protectores —como el cardenal Del Monte— así como a sus más grandes enemigos.
En 1606 asesinó a un hombre durante una reyerta, por lo que huyó de Roma pues las autoridades habían puesto precio a su cabeza. En 1608 se vio nuevamente envuelto en otra riña, lo que se repitió más tarde en Nápoles hacia 1609, ocasionado posiblemente por un atentado en su contra, realizado por sus enemigos. Tras estos incidentes, su carrera fue decayendo, lo que le ocasionó una depresión que degeneró en su muerte dos años más tarde.​ La Contrarreforma motivó la necesidad de crear más iglesias para difundir la doctrina, por lo que las pinturas fueron imprescindibles para su decoración. La Contrarreforma necesitaba buscar un nuevo arte que expresase de mejor forma la doctrina católica en contraposición al protestantismo. Tomando como base las reglas del manierismo, Caravaggio creó una nueva forma de naturalismo, en la que combinó figuras cerradas con la observación física, dramática y teatral de los objetos, a lo que sumó el aprovechamiento del claroscuro, es decir, el uso de luces y sombras.​
En su tiempo Caravaggio fue famoso, apreciado, reconocido y además ejerció gran influencia sobre sus contemporáneos. Sin embargo, en siglos posteriores su fama fue eclipsada por otros pintores de su época como Poussin, Rubens o Rembrandt, si bien todos ellos acusaron su influencia en mayor o menor medida. Sin embargo, no sería hasta el siglo XX cuando su figura recobrara importancia al estudiarse nuevamente el arte barroco italiano. Desde el estudio del barroco, se pudo apreciar nuevamente al manierismo, y con él a Caravaggio. Andre Berne-Joffroy, secretario de Paul Valéry, dijo acerca del artista italiano: «Caravaggio comenzó con su arte algo simple, la pintura moderna».


Biografía


Primeros años (1571-1592)


Caravaggio nació en Milán,​ donde su padre, Fermo Merisi, trabajaba como administrador y arquitecto decorador del Marqués de Caravaggio, ciudad de la que más tarde tomaría el nombre. Su madre Lucía Aratori provenía de una familia adinerada del mismo lugar. En 1576 la familia se mudó a Caravaggio debido a la peste que azotó Milán. El padre de Caravaggio falleció en 1577. La cercanía con las familias Colonna y Sforza ayudó más tarde a Caravaggio en su carrera.​
En 1584 entró a trabajar como aprendiz del pintor lombardo Simone Peterzano, quien fue descrito en el contrato como pupilo de Tiziano. Tras concluir su aprendizaje comenzó a moverse en el circuito Milán-Caravaggio, y probablemente visitó Venecia, donde debió conocer las obras de Giorgione (las que Caravaggio fue acusado de copiar) y de Tiziano. Su familia le mostró el patrimonio artístico y cultural de Milán, su ciudad natal, donde tuvo la oportunidad de conocer la obra La última cena de Leonardo da Vinci. El arte milanés era, en sus propias palabras, «un estilo en el que valoraba "la simplicidad y la atención al detalle naturalista", y que estaba más próximo al naturalismo de Alemania que a la formalidad y la grandeza del manierismo romano».



Roma (1592-1600)



La crucifixión de San Pedro, 1601. Cappella Cerasi, Santa Maria del Popolo, Roma.

















Hacia mediados de 1592 Caravaggio llegó a Roma, «desnudo y extremadamente necesitado, sin una dirección fija y sin provisiones... además corto de dinero».​ Pocos meses después comenzó el trabajo exitoso que no concluiría hasta dejar Roma. Contactó con Giuseppe Cesari, pintor de cámara de Clemente VIII, «pintor de flores y frutos», quien le ofreció trabajo en su taller de pintura. Caravaggio pintó varios cuadros durante esa época, entre los que se incluyen Muchacho pelando fruta (su primera pintura conocida), Cesto con frutas y Baco, supuestamente un autorretrato realizado tras una convalecencia posterior a su salida del taller de Cesari.
Estas tres obras demuestran una particularidad física —un aspecto de su realismo—, por el cual Caravaggio adquirió renombre: las frutas de la canasta en Cesto de frutas fueron analizadas por un profesor de horticultura, quien logró descubrir cultivos particulares en el cuadro: «una gran hoja de higuera, con una mancha causada por un hongo, que parece ser antracnosis».​
Caravaggio abandonó el taller de Cesari en enero de 1594, decidido a abrirse paso por su propia mano. Su fortuna económica estaba en su punto más bajo pero fue entonces cuando comenzó a forjar importantes amistades, como el pintor Próspero Orsi, el arquitecto Onorio Longhi y el joven siciliano Mario Minniti. Orsi, establecido en las altas esferas de la ciudad, le introdujo con los grandes coleccionistas; Longhi, más hostil, le llevó al mundo de las peleas callejeras romanas, mientras que Minniti le sirvió de modelo y años más tarde fue su ayudante en Sicilia.


Niño con un cesto de frutas, h. 1593. Óleo sobre lienzo, 67 x 53 cm. Galería Borghese, Roma.















La buenaventura es su primera composición con más de una figura, en la que muestra a Mario engañado por una niña gitana. Este tema fue un poco nuevo para la sociedad romana y además demostró una increíble influencia sobre el arte italiano, pero eso ocurrió en el futuro pues en su época Caravaggio lo vendió por una pequeña suma de liras. Los jugadores de cartas —que muestra otra poco sofisticada forma en que un chico cae en la trampa de los jugadores de cartas— es psicológicamente más compleja que sus anteriores obras y por ello fue considerada como su primera obra maestra. Al igual que La buenaventura, fue inmensamente popular, y de ella sobreviven alrededor de cincuenta copias. Más importante aún, fue atraída por el patronato del cardenal Francesco María Del Monte, en Roma. Para el cardenal y su círculo amante del arte, Caravaggio ejecutó un gran número de obras de cámara, como Los músicosApolo tocando el laúd, una copia de su Baco y una alegoría realista, Chico mordido por una lagartija, en la que Mario destaca como modelo. La posibilidad de un ambiente homoerótico de esas pinturas ha sido centro de disputas entre los estudiosos de su figura, desde que esta teoría fue planteada a mitad del siglo XX.

Los jugadores de cartas, h. 1594. Óleo sobre lienzo, 107 x 99 cm. Museo de Arte Kimbell, Fort Worth, Texas.
Caravaggio adquiere una nueva forma de realismo, pues por primera vez le son encargados trabajos religiosos. La Contrarreforma necesitaba adornar sus vistosos templos, y Caravaggio fue uno de los comisionados para ilustrar sus nuevos templos. La primera de estas pinturas fue Magdalena Penitente, en la que muestra a la pecadora bíblica abandonando su vida de cortesana y sentándose a llorar en el piso, mientras sus joyas se encuentran tiradas a su alrededor. «No parece una pintura religiosa del todo, ¿una chica sentándose a llorar en el piso mientras seca su cabello? ¿Dónde queda el sufrimiento, la redención, la promesa de salvación?».​ Esto es entendido a la manera lombarda, no tan histriónicamente como los romanos. Este estilo de pinturas fue repetido en sus siguientes trabajos, también eclesiásticos: San Francisco de Asís en meditaciónSan Francisco de Asís en éxtasisLos músicosDescanso en la huida a EgiptoMarta y María Magdalena y David con la cabeza de Goliat. Al ser presentados públicamente, estos cuadros catapultaron la fama de Caravaggio en el pueblo y en el gremio artístico. Pero esta reputación dependía totalmente de los encargos públicos, que eran necesarios para mantener satisfecha a la Iglesia.


El más famoso pintor de Roma (1600-1606)



La vocación de San Mateo. Óleo sobre lienzo, h. 1599-1600. Capilla Contarelli, San Luis de los Franceses, Roma.
En 1599, presumiblemente bajo la influencia del cardenal Del Monte, Caravaggio fue contratado para decorar la Capilla Contarelli, en la iglesia romana de San Luis de los Franceses. Los dos trabajos hechos para este encargo fueron: El martirio de San Mateo, y La vocación de San Mateo, entregados en 1600. El tenebrismo se mostró una vez más en estos trabajos, aumentando el claroscuro y un realismo barroco muy emocional. Este claroscuro se realizaba mediante el contraste de luces proyectadas sobre los elementos de la obra, otorgándole mayor importancia a unos sobre otros. De ahí que mediante esta técnica le aplicase cierta esencia tenebrosa a la obra. Fue criticado por su excesivo realismo y por no usar dibujos preparatorios. Mientras que algunos de los pintores italianos aclamaron a Caravaggio por estas obras, que lo encumbraban, siempre desde su punto de vista, como maestro del arte religioso italiano: «Los pintores romanos de la época fueron sorprendidos grandemente por estas pinturas, principalmente los jóvenes. Estos se reunieron en un círculo en torno al pintor, aclamándole como el mejor artista de la naturaleza y considerando su obra como un milagro. ​En La vocación de San Mateo, Caravaggio muestra un haz de luz entrando por una ventana, que expresa simbólicamente la conversión de Leví en Mateo. Otras alegorías a la redención del cobrador de impuestos son la bisagra de la puerta sostenida por los ángeles, a partir de nubes u otros artefactos.


Muerte de la Virgen (Caravaggio)(1601-1606). Óleo sobre lienzo, 396 x 245 cm. Museo del Louvre, París.





















Caravaggio siguió haciendo durante algún tiempo encargos religiosos, en los que destacaba la muerte en figuras grotescas de martirios, decapitaciones y asesinatos. Para la mayoría de la gente romana, estas obras aumentaron la popularidad del pintor, mientras que para algunas personas les parecía violento y sin el verdadero sentido de la doctrina católica, por lo que Caravaggio debió rehacer algunas pinturas sin el sentido violento característico de su obra. La esencia del problema consistía en que Caravaggio tenía una forma bastante explícita de representar el dramatismo, visto muchas veces como vulgar.​ Justo en ese año surgió el primer gran escándalo de su carrera: Caravaggio debía pintar a San Mateo inspirado para escribir su evangelio, junto a un ángel que supuestamente le dictaría las divinas enseñanzas. Pero Caravaggio, joven y sin experiencia en trabajos religiosos, representó al santo como un hombre viejo, parecido a un jornalero, con la frente arrugada y sosteniendo torpemente el libro, como si estuviese cansado. El ángel fue pintado como un adolescente, casi niño, que llevaba la mano de Mateo cual maestro que enseña a escribir al alumno. Como era de esperarse, la obra fue rechazada por el clero y el pueblo, por considerarla una falta de respeto hacia el santo. Caravaggio debió pintarla de nuevo, ateniéndose a los cánones más ortodoxos de la pintura sacra. El primer cuadro se conservó, hasta que fue destruido en el siglo XX.​De forma similar, La conversión de San Pablo tampoco fue aceptada, pero otra versión pictórica del mismo tema bíblico, (La conversión de San Pablo en el camino a Damasco), sí lo fue. La primera mostraba al santo empequeñecido ante el caballo, lo que no gustó al pueblo de Roma. Un soldado y Caravaggio discutieron bruscamente por este tema: «¿Por qué has puesto al caballo en medio y a San Pablo en el suelo. ¿Es acaso el caballo Dios? ¿Por qué?», a lo que Caravaggio respondió: «No, pero el animal está en el centro de la luz de Dios».​

Otros trabajos incluyen El entierro de Cristo, la Madonna de Loreto (también conocida como Madonna de los peregrinos), Madonna con el niño y Santa Ana y la Muerte de la Virgen. Las últimas dos pinturas atestiguaron, de forma especial, un recibimiento poco cálido entre el pueblo de Roma. La Madonna con el niño y Santa Ana, conocida como Madonna dei palafrenieri fue pintada para un pequeño altar de la Basílica de San Pedro, sólo permaneció en su lugar dos días, y fue retirada. El secretario de un cardenal escribió al respecto: «En esta pintura todo es vulgaridad, sacrilegio y disgusto. Una cosa puedo decir, es un trabajo hecho por un pintor que no pinta bien, con un espíritu oscuro y que ha estado alejado de Dios durante mucho tiempo, y también de cualquier otra cosa buena». La muerte de la virgen, le fue encargada a Caravaggio por un acaudalado jurista, quien pensaba ubicar el cuadro en su capilla personal, mantenida por carmelitas. Estos rechazaron terminantemente el cuadro en 1606, y el contemporáneo de Caravaggio, Giulio Mancini recuerda que el hecho que motivó tal rechazo fue que el pintor usó a una reconocida prostituta como modelo para la Virgen;​ Giovanni Baglione, otro contemporáneo, relata que otro punto por el que la obra no obtuvo aceptación fue que la virgen tenía las piernas desnudas​ —un problema de decoro en cualquier caso—. John Gash, estudioso de Caravaggio, sugiere que el problema para los carmelitas era que tenían una visión más teológica que estética, y que por ello Caravaggio falló al plasmar de manera errónea la doctrina de la Asunción de María, en específico la idea de que la Madre de Dios no murió en forma ordinaria sino que fue llevada al cielo. El reemplazo para el altar fue hecho por uno de los más conspicuos discípulos de Caravaggio, Carlo Saraceni, en la que mostraba a la Virgen viva y sentada, al igual que Caravaggio, pero en actitud casi moribunda. Nuevamente rechazada, en el trabajo que la sustituyó la Virgen ya se veía siendo llevada al cielo por ángeles. La muerte de la Virgen, fue comprada por el Duque de Mantua por consejo de Rubens, como un obsequio para el monarca Carlos I de Inglaterra. Finalmente entró en la corte francesa en 1671.

El amor victorioso (1602-1603). Óleo sobre lienzo. 156 x 113 cm. Gemäldegalerie, Berlín. Caravaggio muestra a Cupido por encima de todos los poderes terrenales: guerra, música, ciencia, gobierno.
Una de las pocas pinturas de carácter secular y no religioso de aquella época fue El triunfo del amor, pintada en 1602 para Vincenzo Giustiniani, miembro del círculo social del cardenal Del Monte. En un diario que data del siglo XVII, el modelo es llamado «Cecco», en italiano, diminutivo de Francesco. Posiblemente se trató de Francesco Boneri, artista italiano activo entre 1610 y 1625, y conocido popularmente como Cecco del Caravaggio.​ La obra muestra a un Cupido desnudo, cargando un arco y unas flechas, mientras pisotea los símbolos de las artes, las ciencias y el gobierno. El modelo está desvestido, y es difícil aceptar que se trate de uno de sus siervos. El punto culminante que relaciona esta pintura con las religiosas es la intensa ambigüedad con la que el pintor maneja los modelos de diferentes posturas, ya sea sacra o profana.










Exilio y muerte (1606-1610)


Siete obras de misericordia (1607). Óleo sobre lienzo, 390 x 260 cm. Pio Monte della Misericordia, Nápoles.
San Jerónimo escribiendo, La Valeta, Malta (1608).
La flagelación de Cristo(1607). Óleo sobre lienzo, 286 x 213 cm. Museo de Capodimonte, Nápoles.
Caravaggio tuvo una vida tumultuosa. Con una gran capacidad de enfrascarse en riñas, muchas de ellas fueron en los mismos lugares e incluso se le llegó a procesar por esto. La noche del 29 de mayo de 1606 mató, probablemente por accidente, a un hombre llamado Ranuccio Tomassoni.​ Anteriormente, sus mecenas le protegieron de posibles acciones judiciales en su contra motivadas por riñas, pero esta vez fue diferente.
Con una orden de aprehensión a sus espaldas y fuera de la ley, Caravaggio huyó a Nápoles. Allí, bajo la protección de los Colonna, la autoridad romana veía mermado su poder. Pronto se convirtió en la estrella de la pintura napolitana. En esta etapa realizó Siete obras de misericordia y la Madonna del Rosario, entre otros.


























El cuadro de la “misericordia“ es el retablo del altar mayor de la iglesia que se encuentra en la "Pio Monte della Misericordia" en Nápoles. Los "siete obras de misericordia corporales" se juntan en una única composición . En la parte superior de la pintura, contemplando toda la escena que tiene lugar en la parte inferior, está la Virgen con el Niño acompañado por dos ángeles. En cuanto a los agudos contrastes del claroscuro, se puede interpretar la luz brillante de Caravaggio como una metáfora de la misericordia, que “ayuda al público a buscarla en sus propias vidas”.
Luego de este suceso, Caravaggio permaneció unos meses más en Nápoles y finalmente marchó a Malta, sede de los Caballeros de Malta. Se piensa que su viaje fue patrocinado por Alof de Wignacourt, Gran Maestre de la Orden, quien colaboró al indulto del pintor en el caso Tomassoni. De Wignacourt estaba tan satisfecho con el trabajo del pintor que le propuso como caballero de la Orden. Uno de sus biógrafos, Bellori, señala que Caravaggio estaba contento con su nueva distinción. Además, se le nombró pintor general de la misma.
Los principales trabajos de esta época fueron La decapitación de San Juan Bautista (la única pintura de Caravaggio con su firma) y Retrato del gran maestre de la Orden de Malta Alof de Wignacourt, así como retratos de otros caballeros de la Orden. Las circunstancias que rodean un nuevo y brusco cambio de fortuna del pintor no han sido reveladas del todo, pero se señala que se debió a una riña callejera en la que una casa resultó con serios daños y un caballero fue herido de gravedad.​ El 1 de diciembre de 1608 fue expulsado de la Orden por «faltas a la moral y ser un miembro non grato».​
Luego de su huida de Malta, Caravaggio se asentó en Sicilia, con el apoyo de su viejo amigo y discípulo Mario Minniti, quien ahora estaba casado y vivía en Siracusa. Juntos realizaron una gira de trabajo por Siracusa, Mesina y la ciudad capital, Palermo. En esos años Caravaggio continuó realizando trabajos bien pagados, como La sepultura de Santa LucíaLa resurrección de Lázaro y La adoración de los pastores. Su estilo siguió evolucionando, con la particularidad de que ahora se mostraban en sus cuadros figuras aisladas ante un enorme vacío. «Sus grandes obras sicilianas demuestran sombras aisladas. Al contrario de opacar pobremente a los personajes, la obra sugiere temores y fragilidades del hombre, a la vez que transmite la belleza y sencillez de los humildes, mansos y sencillos, que recibirán por herencia la tierra».​ Las críticas contemporáneas han definido al Caravaggio de esa época como hosco e insociable, que dormía armado y estaba inseguro de su suerte. Su vida se vio muchas veces reflejada en su obra, la de ese tiempo es burlona y satírica, especialmente con los pintores locales.

La resurrección de Lázaro(1609). Museo Nacional, Mesina.
















Después de nueve meses en Sicilia, Caravaggio regresó a Nápoles. De acuerdo a una de sus más recientes biografías, en Nápoles estaba a salvo del acecho de sus enemigos, bajo la protección de los Colonna. Además, ya había obtenido perdón, gracias al nuevo papa, el cardenal Camilo Borghese (posteriormente Paulo V) y pudo regresar a Roma.​ En Nápoles realizó La negación de San Pedro y El martirio de Santa Úrsula, su última pintura. Nuevamente, el estilo de Caravaggio evolucionaba. En El martirio de Santa Úrsula la santa atraviesa uno de los momentos de mayor intensidad, acción y drama en su martirio, cuando la flecha disparada por el rey de los hunos, la hiere en sus senos. Todo esto diferencia especialmente el cuadro de otros, caracterizados por la inmovilidad de sus modelos. La vivacidad del cuadro abrió una nueva etapa en la carrera del pintor.


El martirio de Santa Úrsula (1610). Óleo sobre lienzo, 140.5 x 170.5 cm. Palacio Zevallos Stigliano, Nápoles.
La negación de San Pedro (1610). Óleo sobre lienzo, 94 x 125 cm. Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.














En Nápoles fue víctima de un intento de asesinato, por personas desconocidas. Primeramente hubo rumores en Roma acerca de «la muerte del famoso artista Caravaggio» y más tarde se supo que había salvado la vida, pero tuvo serias heridas que le desfiguraron el rostro. Al recuperarse pintó Salomé sostiene la cabeza de Juan el Bautista, mostrando su propia cabeza en el plato, obra enviada a Wignacourt para conseguir el perdón.
En ese mismo tiempo pintó David con la cabeza de Goliat, mostrando al joven David con un aura de tristeza al mirar la cabeza del vencido gigante Goliat, algo repetitivo en la obra caravaggista. Este cuadro le fue enviado al cardenal Scipione Borghese, sobrino del Papa, conocido por su falta de escrúpulos y por sus mecenazgos. Algunos críticos consideran a David con la cabeza de Goliat, como un pago de Caravaggio por la ayuda prestada por Borghese para obtener el perdón papal. ​Una de sus obras más conocidas de la época es La negación de San Pedro. En el claroscuro de esta pintura, una mujer señala con sus dedos a Pedro, mientras que un soldado completa el trío. De esta manera, Caravaggio representó simbólicamente las tres negaciones de Pedro hacia Cristo. En el verano de 1610 tomó un barco rumbo a Roma para poder ser indultado, lo que consiguió gracias a sus influyentes amistades romanas.​ Los extraños sucesos acontecidos en Roma fueron objeto de muchas suspicacias populares. El 28 de julio un «avviso» (periódico privado de Roma para la corte de Urbino) anunció que Caravaggio había muerto. Algunos días más tarde otro «avviso» afirmó que el pintor había muerto de fiebre en Porto Ércole. Las confusiones generadas por el segundo aviso fueron tan grandes que nunca se supo a ciencia cierta la verdad, pero el cuerpo no se encontró.​ Un poeta, amigo íntimo del pintor, dio como fecha de su muerte el 18 de julio, víctima de fiebre en Porto Ércole,​ cerca de Grosseto, en Toscana.

dilluns, 17 de juliol del 2017

DURANTE SU REINADO GOBERNÓ CASI TODO EL PLANETA


Victoria del Reino Unido (Londres, 24 de mayo de 1819-isla de Wight, 22 de enero de 1901) fue monarca británica desde la muerte de su tío paterno, Guillermo IV, el 20 de junio de 1837, hasta su fallecimiento el 22 de enero de 1901, mientras que como emperatriz de la India fue la primera en ostentar el título desde el 1 de enero de 1877 hasta su deceso.
Victoria era hija del príncipe Eduardo, duque de Kent y de Strathearn, cuarto hijo del rey Jorge III. Tanto el duque como el rey murieron en 1820, lo que provocó que Victoria fuera criada bajo la supervisión de su madre, la princesa alemana Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld. Heredó el trono a los dieciocho años, tras la muerte sin descendencia legítima de tres tíos paternos. El Reino Unido era ya en aquella época una monarquía constitucional establecida, en la que el soberano tenía relativamente pocos poderes políticos directos. En privado, Victoria intentó influir en el gobierno y en el nombramiento de ministros. En público, se convirtió en un icono nacional y en la figura que encarnaba el modelo de valores férreos y de moral personal típico de la época.
Se casó con su primo, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha en 1840. Sus nueve hijos y veintiséis de sus cuarenta y dos nietos se casaron con otros miembros de la realeza o de la nobleza de Europa, uniendo a estas entre sí. Esto le valió el apodo de «abuela de Europa». Tras la muerte de Alberto en 1861, Victoria comenzó un luto riguroso durante el cual evitó aparecer en público. Como resultado de su aislamiento, el republicanismo ganó fuerza durante algún tiempo, pero en la segunda mitad de su reinado, su popularidad volvió a aumentar. Sus jubileos de oro y de diamante fueron muy celebrados.
Su reinado de 63 años, 7 meses y 2 días es el segundo más largo de la historia del Reino Unido, solo superado por el de su tataranieta Isabel II, y se le conoce como época victoriana. Fue un periodo de cambio industrial, cultural, político, científico y militar en el Reino Unido y estuvo marcado por la expansión del Imperio británico. Victoria fue la última monarca de la casa de Hannover. Su hijo y sucesor, Eduardo VII, pertenecía a la nueva casa de Sajonia-Coburgo-Gotha.


Antecedentes

Princesa Carlota Augusta de Gales.
En 1817 la princesa Carlota Augusta de Gales murió dando a luz a un hijo que nació muerto, provocando una crisis sucesoria en el Reino Unido.​ Carlota era la única hija del príncipe regente (el futuro Jorge IV, hijo mayor de Jorge III del Reino Unido, que actuaba como regente debido a la enfermedad de su padre) y de su esposa «repudiada» Carolina de Brunswick-Wolfenbüttel. El nacimiento fue visto como algo milagroso, ya que los padres alegaban no haber mantenido más de tres relaciones sexuales durante el matrimonio, por lo que el nacimiento de otro hijo del príncipe Jorge sería, como mínimo, improbable.
La línea de sucesión al trono británico se extinguió rápidamente: Jorge III tenía doce hijos, pero ningún nieto legítimo que pudiera heredar la corona. Sus cinco hijas estaban solteras o eran estériles y ninguno de sus hijos estaba casado, a excepción del segundo, Federico, que tampoco tenía hijos.​Esto provocó una «carrera» por casarse por parte de los príncipes solteros.​ Su tercer hijo, Guillermo, se casó con la princesa Adelaida de Sajonia-Meiningen, de cuyo matrimonio nacieron dos hijas: Carlota (1819) e Isabel (1820), ambas muertas antes de cumplir dos años, y varios abortos espontáneos, el último de gemelos en 1821, por lo cual era probable que no tendrían más hijos.​
El cuarto hijo de Jorge III, Eduardo, se casó con Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld, viuda del duque de Leiningen —con el que había tenido dos hijos, Carlos y Feodora—, y hermana del viudo de Carlota, Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha. De este casamiento nació en 1819 una hija llamada Alejandrina Victoria. Tras las muertes sucesivas de las primas y del padre unos meses después y, ya en 1830, de Jorge IV, Victoria se convirtió en la heredera presunta al trono británico. 


Nacimiento y familia

Pintura de la princesa Victoria a la edad de cuatro años, por Stephen Poyntz Denning.
El padre de Victoria, el príncipe Eduardo, se casó con la princesa Victoria el 30 de mayo de 1818 en el palacio de Ehrenburg en Coburgo. Para que no hubiera dudas sobre la validez del matrimonio, se realizó una segunda ceremonia en Inglaterra, en el palacio de Kew, el 11 de junio de ese mismo año, el mismo día que el hermano mayor del príncipe, el también príncipe Guillermo, se casó con la princesa Adelaida de Sajonia-Meiningen.​
El padre de la futura reina tenía bastantes deudas antes del matrimonio, pero su situación económica empezó a agravarse aún más: como Eduardo no estaba de acuerdo con las posturas políticas de su hermano, el príncipe regente, este se negó a ayudarlo y, por eso, los padres de Victoria tuvieron que irse de Inglaterra y empezaron a vivir en Alemania.​ Pocas semanas después, Victoria supo que estaba embarazada y el duque se dio cuenta de la importancia que tenía el hecho de que el niño naciera en Inglaterra. Por eso, con la ayuda de algunos amigos, consiguió reunir el dinero suficiente para el viaje cuando la duquesa estaba embarazada de siete meses. Llegaron a su destino el 24 de abril de 1819 y se instalaron en el palacio de Kensington.​ Allí nació la futura reina Victoria justo un mes después, el 24 de mayo a las 4:15.
Victoria fue bautizada en la Sala de la Cúpula del palacio de Kensington el 24 de junio del mismo año por Charles Manners-Sutton, arzobispo de Canterbury. Sus padrinos fueron el zar Alejandro I de Rusia —representado en la ceremonia por su tío, Federico de York—; su tío Jorge, futuro Jorge IV; su tía, Carlota de Gran Bretaña —representada por la princesa Augusta Sofía del Reino Unido— y la abuela materna de Victoria, la duquesa Augusta —representada por la princesa María—. Sus padres quisieron llamarla Victoria Georgina Alejandrina Carlota Augusta, pero el príncipe regente —y hermano mayor del duque— insistió en que tres de los nombres desaparecieran. Acabó siendo bautizada únicamente como Alejandrina Victoria, en honor al zar Alejandro I y a su madre.
Victoria se encontraba en el quinto lugar en la línea de sucesión, después de su padre y de los tres hermanos mayores de este.​ El príncipe regente estaba separado de su mujer, y la esposa del duque de York, la princesa Federica Carlota de Prusia, tenía 52 años, por lo que no había muchas posibilidades de que los dos hijos mayores tuvieran herederos. Las dos hijas del duque de Clarence murieron antes de cumplir los dos años. El abuelo y el padre de Victoria murieron en 1820 con solo una semana de diferencia y el duque de York murió en 1827. Tras la muerte del rey Jorge IV en 1830, Victoria se convirtió en heredera presunta de su tío Guillermo IV. El Acta de Regencia de 1830 incluía una cláusula especial que convertiría a la duquesa de Kent y madre de Victoria en regente si Guillermo moría antes de que Victoria cumpliera 18 años. El rey Guillermo desconfiaba de la capacidad de la duquesa para ser regente y, en 1836, declaró en su presencia que quería vivir hasta ver a Victoria cumplir 18 para evitar una regencia.


Heredera al trono

Victoria en 1838.
Victoria con su perro de agua Dash, Pintura por George Hayter de 1833.




















Victoria describiría más tarde su infancia como «bastante melancólica». Su madre era muy protectora, por lo que tuvo una educación aislada, lejos de otros niños de su edad, siguiendo el llamado «sistema Kensington», un conjunto de reglas y protocolos elaborados por la duquesa y su ambicioso y dominante mayordomo, sir John Conroy, que según algunos rumores era amante de la duquesa.​ El sistema le impedía encontrarse con personas que su madre y Conroy consideraran indeseables —un grupo que incluía gran parte de la familia de su padre— y tenía como objetivo volverla débil y dependiente de ellos.​ La duquesa evitaba la corte, pues le molestaba que allí hubiera hijos ilegítimos del rey,​ y también para mostrar la moralidad de Victoria al insistir en el hecho de que su hija evitase toda forma de indecencia sexual.​ Victoria compartía cuarto con su madre, estudiaba con tutores privados de acuerdo con un horario reglado y pasaba las horas de ocio jugando con sus muñecas y su toy spaniel inglés, llamado Dash.​ Aprendió francés, alemán, italiano y latín,​ pero hablaba inglés en casa.​
En 1830 la duquesa de Kent y Conroy llevaron a Victoria al centro de Inglaterra para visitar Malvern Hills, deteniéndose en varios pueblos y en casas de campo por el camino.​ Entre 1832 y 1835 realizaron viajes semejantes. Para gran irritación del rey Guillermo, Victoria fue recibida con mucho entusiasmo en todos los lugares.​ Guillermo consideró que esos viajes reflejaban una ambición de realeza y temía que se empezara a ver a Victoria como una rival en vez de como una heredera. A Victoria no le gustaban esos viajes: las constantes apariciones públicas la dejaban muy cansada y tenía poco tiempo para relajarse.​ La princesa acabaría oponiéndose a esto, y argumentaría que no le gustaban al rey, pero su madre ignoró sus quejas por celos y la obligó a continuar.​ Mientras estaba en Ramsgate, en octubre de 1835, Victoria cogió una fuerte fiebre, pero Conroy lo ignoró y afirmó que sus quejas eran fantasías infantiles.​ Mientras Victoria estaba enferma, Conroy y la duquesa intentaron que nombrara a Conroy su secretario privado, pero la princesa se negó.​ Durante su adolescencia, Victoria resistió a los persistentes intentos por parte de su madre y de Conroy para que este fuera su secretario.​ Cuando llegó a reina, acabó finalmente por apartarlo de su presencia, pero Conroy se mantuvo en la casa de su madre.​
Victoria en su juventud.
En 1836 el hermano de la duquesa, Leopoldo, que se había convertido en rey de Bélgica en 1831, empezó a hacer planes para casar a su sobrina Victoria con su sobrino Alberto.​ Leopoldo, la madre de Victoria y el padre de Alberto (el duque Ernesto I de Sajonia-Coburgo-Gotha) eran hermanos. Leopoldo convenció a su hermana para invitar a los parientes de Coburgo para que la visitaran en mayo de 1836, con el objetivo de presentar a Alberto a Victoria. Sin embargo, Guillermo IV no aprobaba ningún tipo de unión de los miembros de su familia con los Coburgo y hubiera preferido que su sobrina se hubiera casado con el príncipe Alejandro de los Países Bajos, segundo hijo de Guillermo II de los Países Bajos. Victoria sabía de la existencia de estos planes y daba su opinión sobre los príncipes elegibles que le presentaban.​Según su diario, a Victoria siempre le gustó la compañía de Alberto. Al final de la visita, escribió: «[Alberto] es extremadamente guapo, su pelo es del mismo color que el mío, sus ojos son grandes y azules y tiene una nariz bonita y una boca muy dulce con unos buenos dientes. Pero el encanto de su cara reside en su expresión, que es muy agradable».​ Por otra parte, encontraba a Alejandro «demasiado simple».​
Victoria le escribió a su tío Leopoldo, a quien siempre consideró su «mejor y más amable consejero»,​ para agradecerle la «expectativa de gran felicidad para la cual ha contribuido la persona del querido Alberto (...) él tiene todas las cualidades deseables para hacerme totalmente feliz. Es tan sensible, tan amable y tan amoroso. Además, tiene el exterior más agradable y encantador que he conocido». Sin embargo, con 17 años y a pesar de estar muy interesada en Alberto, Victoria no estaba lista para casarse. Ambas partes no avanzaron hacia un compromiso formal, pero asumieron que su unión ocurriría con el tiempo.   


Primeros años de reinado

Victoria del Reino Unido
Victoria recibe la noticia de su subida al trono.













Victoria cumplió 18 años el 24 de mayo de 1837, por lo que se evitó así una regencia. El 20 de junio de 1837 Guillermo IV murió con 72 años, y Victoria se convirtió en reina del Reino Unido. En su diario escribió: «Mamá me levantó a las seis de la mañana y me dijo que el arzobispo de Canterbury y Conyngham estaban aquí y querían verme. Salí de la cama y fui a mi sala de espera (vestida solo con mi camisón), sola, y los vi. Conyngham me avisó de que mi pobre tío, el rey, ya no existía y que había dado su último suspiro doce minutos después de las dos de la mañana y que, por consiguiente, soy reina».​ Los documentos oficiales de su primer día de reinado se referían a ella como Alejandrina Victoria, pero su primer nombre fue retirado a petición de la reina y nunca volvió a ser usado.
Debido a que la Ley Sálica imperaba en Hanóver, este trono pasó a su tío menor, el duque de Cumberland, terminando así la unión entre el Reino Unido y Hanóver existente desde 1714. Mientras la joven reina no tuvo hijos, el duque de Cumberland fue el heredero presunto del trono.​
Victoria en su coronación.
El primer ministro whig, lord Melbourne, ejerció desde el comienzo una poderosa influencia sobre la políticamente inexperta soberana, quien acudía a él constantemente por consejos y ayuda.​ Charles Greville creía que al viudo Melbourne, que nunca había tenido hijos, «ella le caía muy bien y la quería como a una hija si hubiera tenido alguna», y es probable que Victoria lo viera como una figura paterna.​ Su coronación se realizó el 28 de junio de 1838 y Victoria se convirtió en la primera soberana en residir en el palacio de Buckingham.​ Heredó las propiedades de los ducados de Lancaster y Cornualles y empezó a recibir 385 000 libras al año. Al ser prudente a nivel financiero, consiguió pagar las deudas de su padre.
Al principio del reinado, Victoria fue muy popular.​ Sin embargo, su reputación sufrió un duro revés debido a una intriga en la corte en 1839, cuando la barriga de una de las damas de compañía de su madre, Flora Hastings, empezó a crecer de forma anormal, creando rumores de que se había quedado embarazada, fuera del matrimonio, de John Conroy. Victoria creyó en los rumores; odiaba a Conroy y despreciaba a «aquella odiosa lady Flora»,​ ya que esta había conspirado con Conroy y la duquesa de Kent en el sistema Kensington.​ Al principio, lady Flora se negó a someterse a un examen médico desnuda, pero a mediados de febrero finalmente cedió y se descubrió que aún era virgen.​ Conroy, la familia Hastings y los conservadores organizaron una campaña de prensa afirmando que la reina había ayudado a extender rumores falsos sobre lady Flora.​ Cuando lady Flora murió en julio, la autopsia reveló que tenía un gran tumor en el hígado y que esa había sido la causa del crecimiento de la barriga.​ En apariciones públicas, a Victoria le silbaban y le llamaban «Mrs. Melbourne».​
En 1839 Melbourne dimitió, cuando los radicales y conservadores —Victoria odiaba a ambos partidos— votaron contra una ley que suspendía la constitución de Jamaica, la cual retiraba el poder político a los dueños de las plantaciones que se estaban resistiendo a la abolición de la esclavitud.
La reina pidió a Robert Peel que formara gobierno, pero pronto entró en disputas con este debido a la Crisis de las Damas de Cámara. Por aquel entonces, la conformación de la corte real estaba regida por el sistema de patronazgo —es decir, el primer ministro escogía a los miembros que servirían a la reina entre sus partidarios—; muchas de las damas de cámara de la reina eran esposas de whigs, y sir Robert Peel exigía que fueran reemplazadas por esposas de tories. Victoria, aconsejada por Melbourne, se negó rotundamente a destituir a las damas de sus cargos, pues las había llegado a considerar amigas muy cercanas. Peel sentía que no podía gobernar bajo las restricciones impuestas por la reina y finalmente renunció al cargo de primer ministro, dejándole el camino libre a Melbourne para retornar al poder.


Matrimonio y familia

Matrimonio

Boda de la reina Victoria con el príncipe Alberto, pintura de George Hayter.
A pesar de ser reina, Victoria seguía viviendo con su madre, con la que no se llevaba bien debido al sistema Kensington y a su dependencia continua de Conroy, simplemente por estar soltera. Su madre vivía en aposentos alejados en el palacio de Buckingham y Victoria se negaba a verla muchas veces.​ Cuando la reina se quejó a Melbourne de que la proximidad de la madre había supuesto un «tormento durante muchos años», este simpatizó con ella y le dijo que eso se podía evitar con una boda, algo a lo que Victoria llamó la «alternativa chocante». Estaba interesada en la educación que Alberto estaba recibiendo para preparar su futuro papel de marido, pero se resistió a acelerar el matrimonio.
Victoria siguió elogiando a Alberto tras su segunda visita a Inglaterra en octubre de 1839. Alberto y Victoria se gustaban y la reina le pidió matrimonio el 15 de octubre de 1839, solo cinco días después de su llegada a Windsor.​ Se casaron el 10 de febrero de 1840 en la capilla real del palacio de St. James, en Londres. Victoria estaba totalmente enamorada. Se pasó la primera noche de casada con dolor de cabeza, pero escribió en su diario:
NUNCA, NUNCA he pasado una noche así. MI QUERIDO, QUERIDO, QUERIDO Alberto [...] con su gran amor y afecto me ha hecho sentir que estoy en un paraíso de amor y felicidad, algo que nunca esperaba sentir. Me cogió en sus brazos y nos besamos una y otra vez. Su belleza, su dulzura y su amabilidad —nunca podré agradecer suficientes veces tener un marido así— [...] que me llama con nombres tiernos como nunca antes me han llamado ha sido una increíble bendición. Este ha sido el día más feliz de mi vida.​
Victoria I del Reino Unido
Alberto se convirtió en un consejero político importante, así como en el compañero de la reina, y sustituyó a lord Melbourne como la figura dominante e influyente en la primera mitad de su vida. La madre de Victoria tuvo que abandonar el palacio y fue enviada a Ingestre en Belgrave Square. Tras la muerte de la princesa Augusta Sofía del Reino Unido en 1840, la madre recibió las casas de Clarence y Frogmore.​ Con la ayuda de Alberto, la relación entre madre e hija empezó a mejorar poco a poco.
El 10 de junio de 1840, poco después de la boda y con Victoria embarazada de su primer hijo, un joven llamado Edward Oxford de 18 años de edad, intentó asesinarla cuando estaba en un carruaje acompañada por el príncipe Alberto camino de casa de la madre.​ Oxford disparó dos veces, pero ambas balas fallaron. Fue juzgado por alta traición y considerado culpable, aunque después fue liberado por considerar que estaba loco.​ Tras el incidente, la popularidad de Victoria aumentó y se olvidó la anterior crisis.​ Su primera hija, que también se llamó Victoria, nació el 21 de noviembre de 1840. La reina odiaba estar embarazada,​ pensaba que dar el pecho era asqueroso​ y creía que los recién nacidos eran feos. Aun así, tendría ocho hijos más con Alberto.
La casa de Victoria estaba regida por la que había sido su institutriz durante la infancia, la baronesa Louise Lehzen. Lehzen había sido una gran influencia para Victoria y la había apoyado contra el sistema Kensington.​ Sin embargo, Alberto creía que Lehzen era una incompetente y que su desgobierno amenazaba la salud de su hija. Tras una discusión entre Victoria y Alberto, Lehzen fue jubilada y su relación tan cercana con Victoria acabó.​

Hemofilia

Uno de los hijos de Victoria, el segundo menor, Leopoldo, fue el primer descendiente de Victoria que padeció hemofilia B y dos de sus cinco hijas, Alicia y Beatriz, descubrieron, después de tener hijos, que eran portadoras del gen defectuoso. Entre los descendientes reales que padecieron esta enfermedad se encuentran sus bisnietos, el zarevich Alekséi Nikoláyevich Románov, Alfonso de Borbón y Battenberg y el infante Gonzalo de Borbón y Battenberg.​ La presencia de esta enfermedad en los descendientes de la reina, pero no así en sus antepasados, ha llevado a especulaciones que afirman que el verdadero padre de Victoria no era el duque de Kent, sino un hemofílico.​ No existe ninguna prueba documentada de la presencia de hemofílicos en la familia de la madre de Victoria.​ Es más probable que haya habido una mutación espontánea, ya que el padre de Victoria era bastante mayor cuando la concibió y la hemofilia aparece con mayor frecuencia en niños nacidos de padres mayores.​ Cerca del 30 % de los casos de hemofilia aparecen por mutaciones espontáneas.


Años de juventud

Victoria en 1842.
El 29 de mayo de 1842 Victoria estaba en un carruaje en la zona de The Mall en Londres cuando John Francis le apuntó con una pistola, pero no disparó. El día siguiente Victoria fue por el mismo camino, pero más deprisa y con más seguridad en un intento premeditado de provocar a Francis para que disparara nuevamente y, así, ser pillado in fraganti. Como se esperaba, Francis disparó, fue atrapado por un policía vestido de paisano y condenado por alta traición. El 3 de julio, dos días después de que la sentencia de muerte de Francis fuera conmutada por el exilio a las colonias inglesas durante el resto de su vida, otro hombre, John William Bean, apuntó con una pistola a la reina, pero el arma solo estaba cargada con papel y tabaco. Bean fue condenado a 18 meses de cárcel.​ En 1849 hubo un ataque similar, esta vez llevado a cabo por el irlandés William Hamilton, que disparó una pistola cargada con pólvora contra el carruaje de Victoria cuando esta pasaba por Constitution Hill en Londres.​ En 1850 la reina fue herida al ser atacada por Robert Pate, un antiguo oficial del ejército, posiblemente loco. Mientras Victoria estaba en el carruaje, Pate la alcanzó con una bengala, destruyendo el sombrero y dejándole manchas negras en la cara. Tanto Hamilton como Pate fueron condenados a pasar siete años en las colonias británicas.
El apoyo que Melbourne tenía en el parlamento se debilitó a lo largo de los años de reinado de Victoria y, en las elecciones de 1841, los whigssalieron derrotados. Robert Peel se convirtió en el nuevo primer ministro y las damas de compañía que estaban relacionadas con los conservadores fueron sustituidas.
En 1845 Irlanda fue golpeada por la devastación de los cultivos de patata;​ en cuatro años, esta plaga costó las vidas de un millón de irlandeses y la emigración de otro millón.​ En respuesta a la llamada Hambre de la Patata Irlandesa (An Gorta Mor), la reina donó personalmente 2000 £, una cuantía superior a cualquier donación hecha por un solo individuo, y apoyó el crédito Maynooth a un seminario católico en Irlanda, a pesar de la oposición por parte de los protestantes. Sin embargo, Victoria fue conocida como la «reina del Hambre».​ De hecho, a finales del siglo XIX se contaban historias falsas que decían que donaba apenas 5 £ para aliviar el hambre y que era la misma cantidad que donaba para un refugio de animales.
La primera fotografía conocida de la reina Victoria, realizada en 1844, con su hija mayor.
El gobierno de Peel se vio pronto envuelto en una crisis debido a las Leyes del Grano. Muchos tories —para entonces conocidos también como conservadores— se opusieron a la abrogación, pero algunos de ellos y la mayoría de los whigs la apoyaron. Peel dimitió en 1846, después de que la abrogación fuera aprobada por un estrecho margen, y fue substituido por lord John Russell.
A nivel internacional, Victoria se centró en la mejora de las relaciones entre Francia y el Reino Unido.​ Visitó y recibió muchas veces a la familia real francesa, los Orleans, algunos de los cuales eran parientes de los Coburgo por matrimonio. En 1843 y 1845, Victoria y Alberto se hospedaron en el castillo de Eu con el rey Luis Felipe I de Francia. Victoria fue la primera monarca británica en visitar a un monarca francés desde el encuentro en el Campo de la tela de oro en 1520. Cuando Luis Felipe los visitó en 1844, se convirtió igualmente en el primer soberano francés en visitar a un soberano británico.​ Luis Felipe fue depuesto por la revolución de 1848 y partió al exilio a Inglaterra.​ En el punto más álgido de la ola revolucionaria en el Reino Unido en abril de 1848, Victoria y su familia cambiaron Londres por la seguridad de Osborne House,​ una propiedad privada en la isla de Wight que la reina había comprado en 1845 y reformado. Las manifestaciones de los cartistas y de los nacionalistas irlandeses no consiguieron apoyos a nivel nacional y las perturbaciones se diluyeron sin mayores problemas. La primera visita de la reina a Irlanda en 1849 fue un éxito, pero no tuvo ningún impacto duradero en el crecimiento del nacionalismo irlandés.
El gobierno de Russell, aunque whig, no fue favorecido por la reina.​ Particularmente ofensivo para Victoria era el ministro de Asuntos Exteriores, lord Palmerston, que actuaba a menudo sin consultar al Gabinete, al primer ministro o a la reina.​ En 1849, Victoria introdujo en el parlamento una queja, apoyada por Russell, alegando que Palmerston había enviado despachos oficiales a los líderes extranjeros sin su consentimiento, pero este continuó en su puesto y siguió actuando por iniciativa propia, a pesar de las repetidas llamadas de atención de la reina. No fue hasta 1851 que Palmerston fue relevado de su cargo; en aquella ocasión había anunciado la aprobación del Gobierno británico al golpe de Estado del presidente Luis-Napoleón Bonaparte en Francia sin consultar previamente al primer ministro.​ El año siguiente, el presidente Bonaparte se convirtió en el emperador Napoleón III, cuando la administración Russell había sido sustituida por el gobierno minoritario de corta duración liderado por Edward Smith-Stanley, 14º conde de Derby.
En 1853 Victoria dio a luz a su octavo hijo, Leopoldo, con la ayuda de un nuevo anestésico, el cloroformo. Victoria quedó tan impresionada con el alivio que lo volvió a usar en 1857 en el parto de su última hija, Beatriz, a pesar de que muchos miembros del clero se opusieron al considerar que iba en contra de las enseñanzas de la Biblia y de que algunos miembros de la comunidad médica lo consideraran un medicamento muy peligroso.​ Victoria pudo haber sufrido depresión postparto tras muchos de sus embarazos.​ Existen cartas escritas por Alberto a Victoria donde se quejaba de su falta de autocontrol: por ejemplo, cerca de un mes después del nacimiento de Leopoldo, Alberto se quejó por carta de la «histeria continua» que padecía Victoria debido a «cualquier asunto sin importancia».
Victoria en 1860.
A principios de 1855 el gobierno de Aberdeen, que había sustituido al de Derby, fue criticado por el mal uso de las tropas británicas durante la Guerra de Crimea y cayó. Victoria habló con Derby y Russell para formar un nuevo gobierno, pero ninguno de los dos tuvo apoyo suficiente y Victoria tuvo que nombrar a Palmerston como nuevo primer ministro.​
Napoleón III, que desde la guerra de Crimea se había convertido en el mayor aliado británico, visitó Londres en abril de 1855 y entre el 17 y el 28 de agosto de ese mismo año, Victoria y Alberto le devolvieron la visita. Napoleón se encontró con la pareja en Dunkerque y los acompañó a París. Visitaron la Exposición Universal (sucesora de la Gran Exposición organizada por el príncipe Alberto en Londres en 1851) y la sepultura de Napoleón en Los Inválidos (en la cual habían sido colocados sus restos mortales en 1840), y fueron invitados de honor en un baile con 1200 invitados en el palacio de Versalles.
El 14 de enero de 1858 un refugiado italiano que vivía en Gran Bretaña intentó asesinar a Napoleón III con una bomba fabricada en Inglaterra.​ Esto provocó una crisis diplomática que desestabilizó el gobierno e hizo que Palmerston dimitiese. Derby volvió a ser primer ministro.​ Victoria y Alberto estuvieron presentes en la apertura de una nueva base en el puerto militar francés de Cherburgo el 5 de agosto de 1858, un intento por parte de Napoleón para asegurar a Gran Bretaña que su armamento estaba dirigido hacia otro lugar. Cuando regresó a Inglaterra, Victoria escribió a Derby y le reprendió por el débil estado de la marina real británica en comparación con la francesa.​
Once días después del intento de asesinato en Francia, la hija mayor de Victoria se casó con el príncipe Federico de Prusia en Londres. Estaban prometidos desde 1855, cuando la princesa real solo contaba con 14 años. El matrimonio fue atrasado por la reina y por el príncipe hasta que esta cumpliera 17. La reina y el príncipe Alberto esperaban que su hija y su yerno fueran responsables de la liberalización del creciente reino prusiano. Victoria sintió «un dolor en el corazón» al ver a su hija dejar Inglaterra para vivir en Alemania. «Haz que me arrepienta», le escribió en una de sus frecuentes cartas, «cuando veo a tus hermanas, tan dulces, tan felices y pienso que las voy a tener que dejar marchar una a una».​ Casi un año después, la princesa Victoria dio a luz al primer nieto de la reina Victoria, el futuro káiser Guillermo II de Alemania.


Viudez

Victoria y Alberto en 1861, pocos meses antes de la muerte del príncipe consorte.
En marzo de 1861, la madre de Victoria murió a su lado. Cuando leyó los documentos que le dejó, Victoria comprendió que su madre la había querido profundamente.​ La reina se quedó destrozada y culpó a Conroy y a Lehzen por haberla alejado de ella «maliciosamente».​ Para distraer a su esposa durante este periodo de sufrimiento intenso,​ Alberto la sustituyó en la mayoría de sus deberes a pesar de que él tenía problemas crónicos en el estómago.​ En agosto, Victoria y Alberto visitaron a su hijo, el príncipe Eduardo de Gales, que estaba participando en unas maniobras del ejército en Dublín, y pasaron algunos días en Killarney. En noviembre, Alberto supo de la existencia de unos rumores de que Eduardo había dormido con una actriz en Irlanda.​ Horrorizado, fue hasta Cambridge, donde su hijo estaba estudiando, y se encaró con él.​ A principios de diciembre Alberto estaba muy enfermo,​ y el doctor William Jenner le diagnosticó fiebre tifoidea. Murió el 14 de diciembre de 1861. La pérdida de quien fuera su compañero, amigo y consejero devastó a Victoria,​ que mantuvo desde entonces un estado semipermanente de luto y usó el color negro en sus vestidos para el resto de su vida. Evitó las apariciones públicas y rara vez puso los pies en Londres durante los años siguientes,​ por lo que se ganó con ello el apodo de la «Viuda de Windsor».​ Victoria consideró a su hijo, el príncipe de Gales, joven indiscreto y frívolo, culpable de la muerte de su padre.​
El aislamiento de Victoria del público disminuyó en gran medida la popularidad de la monarquía, e incluso animó el crecimiento del movimiento republicano.​ Aunque cumplió sus deberes oficiales, no participó activamente en el gobierno, y permaneció confinada en sus residencias reales, como Balmoral en Escocia —que Alberto había comprado en 1847—, Windsor y Osborne House, en la isla de Wight. En marzo de 1864 un hombre colocó un cartel en las balaustradas del palacio de Buckingham en el que decía: «esta propiedad está a la venta debido a la quiebra del negocio del antiguo ocupante». Su tío Leopoldo le escribió para aconsejarle que apareciera en público. La reina estuvo de acuerdo en aparecer en los jardines de la sociedad real de horticultura en Kensington y dar un paseo en un carro abierto por Londres.​
A lo largo de la década de 1860, Victoria comenzó a confiar cada vez más en un criado escocés, John Brown;​ se ha llegado a alegar que entre ellos hubo una relación romántica e incluso un matrimonio secreto, y algunos periódicos empezaron a llamarla «Mrs Brown».​ Existe también un cuadro de Edwin Landseer que muestra a la reina y a Brown, y que se encuentra expuesto en la Royal Academy. Victoria publicó un libro llamado Leaves from the Journal of Our Life in the Highlands, que habla mucho de Brown, y en el que la reina elogia en gran medida a su criado.​
Entretanto, una de las piezas más importantes de la legislación del siglo XIX —el Acta de Reformas de 1867— fue aprobada por el parlamento. Esta reforma, que fue apoyada por la reina, duplicaba el número de electores y extendía el derecho al voto a diversos trabajadores urbanos,​ pero no a las mujeres.​ Lord Palmerston se había opuesto totalmente a la reforma electoral, pero su ministerio terminó con su muerte en 1865. Lord Derby asumió el cargo, siendo sucedido por Russell. Luego, Derby volvió a ocupar el cargo de primer ministro,​ y durante su ministerio se aprobó el Acta de Reforma. En 1866 Victoria estuvo presente en la primera sesión del parlamento por primera vez desde la muerte de Alberto.​ En 1868 Derby dimitió y fue sustituido por el conservador Benjamin Disraeli —posteriormente primer conde de Beaconsfield—, que encantó a la reina: «a todo el mundo le gustan los elogios», decía, «pero cuando una persona entra en contacto con la realeza, debe tomarlos con pinzas».​ Siempre saludaba a la reina con la frase «we authors, Ma'am» y la elogiaba.​ Sin embargo, su gobierno apenas duró unos meses y fue sustituido por su rival liberal William Ewart Gladstone. Se hicieron famosos los desacuerdos de Gladstone con Victoria y Disraeli durante su carrera política. Ella comentó una vez que cuando él se le dirigía era como si estuvieran en una reunión pública.
En 1870 el sentimiento republicano británico alcanzó un punto álgido, alimentado por el aislamiento de Victoria y por la creación de la Tercera República Francesa.​ Se realizó un mitin republicano en Trafalgar Square donde se exigió la abdicación de Victoria, y varios miembros radicales del gobierno la criticaron.​ Entre agosto y septiembre de 1871 la reina estaba gravemente enferma debido a un absceso en el brazo, que Joseph Lister consiguió tratar con éxito gracias a su nuevo spray de ácido carbólico antiséptico. A finales de noviembre de 1871, en el punto más alto del movimiento republicano, el príncipe de Gales contrajo fiebre tifoidea, la misma enfermedad que había matado a su padre, y Victoria temió por la muerte de su hijo.​ A medida que se acercaba el décimo aniversario de la muerte de su marido, la salud de Eduardo parecía no dar señales de mejora y la preocupación de Victoria continuó.​ Para alegría de todos, Eduardo sobrevivió.​ Madre e hijo estuvieron presentes en un acto público en Londres y en un gran servicio de acción de gracias en la catedral de San Pablo el 27 de febrero de 1872. El sentimiento republicano empezó a decaer.​
El último día de febrero de 1872, dos días después del servicio de acción de gracias, Arthur O'Connor —sobrino nieto de un diputado irlandés— apuntó con una pistola sin balas al carruaje abierto de Victoria cuando esta atravesaba los portones del palacio de Buckingham. Brown, que estaba al lado de la reina, lo atrapó, y el pistolero fue condenado a doce meses de cárcel.​ Gracias a este incidente, la popularidad de la reina aumentó aún más.

Emperatriz de la India

Victoria en 1897.
Tras la rebelión de los cipayos en 1857, la Compañía Británica de las Indias Orientales, que había gobernado gran parte de la India, fue disuelta, y las posesiones y protectorados británicos fueron incorporados formalmente al Imperio británico. La reina tenía una visión relativamente neutral sobre el conflicto y condenó las atrocidades cometidas por ambos bandos. Escribió sobre su «sentimiento de horror y arrepentimiento por el resultado de esta guerra civil sangrienta»,​ e insistió, incentivada por Alberto, que debía anunciar que la proclamación oficial afirmando la transferencia de poder de la compañía al Estado «debía mostrar un sentimiento de generosidad, benevolencia y tolerancia religiosa».​ Por orden de la reina, una referencia que amenazaba la «disminución de la religiones nativas y de sus costumbres» fue sustituida por un pasaje que garantizaba la libertad religiosa.
En las elecciones de 1874 Disraeli volvió al poder, y su gobierno aprobó una ley de regulación de culto público que retiraba los rituales católicos de la liturgia anglicana, ley que Victoria apoyó:​ la reina prefería misas cortas y sencillas, y le gustaba más la doctrina de la iglesia presbiteriana escocesa que la inglesa. Fue este primer ministro el que aprobó la ley que confería a la reina el título de «emperatriz de la India» el 1 de mayo de 1876.​ El nuevo título fue proclamado en el Delhi Durbar el 1 de enero de 1877.
El 14 de diciembre de 1878, aniversario de la muerte de Alberto, la segunda hija de Victoria, la princesa Alicia, que se había casado con el gran duque Luis IV de Hesse-Darmstadt, murió de difteria en Darmstadt. Victoria encontró la coincidencia de las fechas «casi increíble y muy misteriosa». En mayo de 1879 se convirtió en bisabuela por primera vez debido al nacimiento de la princesa Feodora de Sajonia-Meiningen, hija de su nieta Carlota de Prusia.​
Entre abril de 1877 y febrero de 1878 Victoria amenazó con abdicar del trono cinco veces para presionar a Disraeli a condenar al Imperio ruso por sus acciones en la guerra ruso-turca, pero sus amenazas no tuvieron ningún impacto ni acabaron con el Congreso de Berlín.​ La política exterior expansionista de Disraeli, que Victoria apoyaba, inició conflictos como la guerra anglo-zulú y la segunda guerra anglo-afgana. «Si queremos mantener nuestra posición como gran potencia», escribió la reina, «tenemos que estar preparados para ataques y guerras en un lugar u otro CONTINUAMENTE».​ Victoria veía la expansión del Imperio británico como civilizadora y beneficiosa, ya que protegía a los pueblos nativos de las potencias más agresivas o de gobernantes crueles: «no es costumbre nuestra anexionar países», dijo, «a no ser que nos veamos obligados o forzados a hacerlo».​ Para desaliento de Victoria, Disraeli perdió las elecciones de 1880 y Gladstone volvió al poder como primer ministro.​ Cuando Disraeli murió al año siguiente, Victoria lloró y mandó colocar una placa en su sepultura en la que se podía leer: «colocada por su muy grata soberana y amiga, Victoria, R.I.».​

Últimos años

Victoria a caballo. Al lado su criado John Brown.
El 2 de marzo de 1882 Roderick Maclean, un reconocido poeta que se sentía ofendido porque Victoria se había negado a leer uno de sus poemas,​ disparó contra la reina cuando su carruaje estaba saliendo de la estación de trenes de Windsor. Dos estudiantes del colegio Eton le golpearon con sus paraguas hasta que el poeta fue detenido por la policía.​ Victoria se enfureció cuando se enteró de que Maclean quedó en libertad por locura,​ pero se alegró con las demostraciones de lealtad después del ataque, y llegó a afirmar que «ha valido la pena ser disparada solo para ver cómo se me quiere».
El 17 de marzo de 1883 Victoria se cayó por las escaleras en Windsor, lo que provocó que estuviera en una silla de ruedas hasta julio. La reina nunca se recuperó completamente de la caída y sufrió reumatismo hasta el fin de sus días.​ John Brown murió días después del accidente y, para consternación de su secretario privado, Henry Ponsonby, la reina empezó a trabajar en una biografía laudatoria de su fiel criado.​ Ponsonby y Randall Davidson, decano de Windsor, que habían visto los primeros esbozos, le aconsejaron a Victoria que no publicara el trabajo, ya que podría causar rumores de que los dos habían tenido una relación amorosa.​ El manuscrito fue destruido. A principios de 1884 Victoria publicó el libro More Leaves from a Journal of a Life in the Highlands, una secuela de su primer libro, que dedicó a su «criado personal, devoto y fiel amigo, John Brown».​ Un día después del aniversario de la muerte de Brown, Victoria supo mediante un telegrama que su hijo pequeño, Leopoldo, había muerto en Cannes, víctima de hemofilia. Victoria lamentó la muerte de aquel que era «el más querido de entre mis hijos».​ Al mes siguiente, la hija menor de Victoria, Beatriz, conoció y se enamoró del príncipe Enrique de Battenberg en la boda de su sobrina Victoria de Hesse-Darmstadt con el hermano mayor del príncipe Luis de Battenberg. Beatriz y Enrique querían casarse, pero en un primer momento Victoria se opuso a la unión, pues quería que Beatriz se quedara en casa con ella para hacerle compañía. Un año después cambió de opinión, ya que Beatriz y Enrique prometieron que seguirían viviendo cerca para hacerle compañía.​
Victoria se alegró cuando Gladstone se vio obligado a dimitir en 1885, tras no poder aprobar su presupuesto.​ La reina pensaba que su gobierno había sido el «peor que había tenido» y le culpaba de la muerte del general Gordon en Jartum.​ Gladstone fue sustituido por lord Salisbury. Sin embargo, este gobierno apenas duró unos meses, y Victoria tuvo que llamar nuevamente a Gladstone, a quien denominaba como «medio loco y, en verdad, no es más que un hombrecito ridículo de muchas maneras».​ Gladstone intentó aprobar una ley que daba a Irlanda un gobierno propio pero, para alegría de Victoria, no fue aprobada.​ En las elecciones, el gobierno Gladstone cedió el poder a Salisbury.


Jubileo de oro


Victoria en su Jubileo de oro.
En 1887 el Reino Unido celebró el Jubileo de oro de Victoria. La reina celebró el 20 de junio de 1887 —el quincuagésimo aniversario de su ascensión al trono— con un banquete, al cual fueron invitados cincuenta reyes y príncipes europeos. Al día siguiente, participó en un desfile que, en palabras de Mark Twain, «se extendía más allá del límite de la visión en ambas direcciones» y estuvo presente en una misa de acción de gracias en la abadía de Westminster.​ A estas alturas, Victoria era de nuevo extremadamente popular.​ Dos días después, el 23 de junio,​ contrató a dos indios musulmanes para que fueran sus criados. Uno de ellos, Abdul Karim, fue ascendido a «Munshi» (maestro), enseñó a la reina hindi urdu y se convirtió en su «escriba».​ La familia y los criados de la reina se asustaron y acusaron a Abdul Karim de ser un espía de la Liga Musulmana, e intentaron poner a la reina contra los indios.​ El caballerizo de la reina, Frederick Ponsonby —hijo de Henry, el secretario de la reina—, descubrió que Karim había mentido sobre sus padres y le dijo a lord Elgin, virrey de la India, que «el indio ocupa el mismo puesto que ocupaba John Brown».​ Victoria ignoró las quejas, al considerarlas racistas.​ Abdul Karim estuvo con la reina hasta la muerte de esta, y después volvió a la India con una pensión.​
La hija mayor de Victoria se convirtió en emperatriz consorte de Alemania en 1888, pero enviudó tres meses después y su nieto, Guillermo, se convirtió en emperador de Alemania con el nombre de Guillermo II. Con el reinado de Guillermo, las esperanzas que Victoria y Alberto tenían puestas para que Alemania se liberalizase no se cumplieron, ya que éste creía en la autocracia. Victoria pensaba que su nieto tenía «poco corazón o tacto y [que] (...) su conciencia e inteligencia habían sido totalmente deformadas».​
Gladstone volvió al poder una vez más en 1892, con 82 años. Victoria vetó el nombramiento del diputado radical Henry Labouchere para ocupar un sitio en el gobierno y Gladstone lo aceptó.​ En 1894 se jubiló y fue reemplazado por el liberal imperialista lord Rosebery. Rosebery fue sucedido por Salisbury en 1895, quien gobernó hasta la muerte de Victoria.


Jubileo de diamante


El 22 de septiembre de 1896 Victoria sobrepasó a su abuelo Jorge III como el monarca con más tiempo de reinado en la historia inglesa, escocesa o británica. De acuerdo a una petición de la reina, todas las celebraciones públicas especiales por el acontecimiento fueron retrasadas hasta 1897, el año en que se celebraba el jubileo de diamante de Victoria. El secretario de colonias, Joseph Chamberlain, propuso que el jubileo fuera un festival en todo el Imperio Británico.
Así, invitaron a los primeros ministros de todas las colonias autónomas junto con sus familias. El desfile en el que participó la reina por Londres hizo una parada para realizar una misa de acción de gracias al aire libre junto a la catedral de San Pablo, durante la cual la reina permaneció sentada en su carruaje abierto. La celebración estuvo marcada por muestras de afecto a la reina septuagenaria.
Victoria visitaba Europa muchas veces en vacaciones. En 1889, cuando estaba en Biarritz, en Francia, se convirtió en la primera soberana reinante que visitó España al cruzar la frontera para una breve visita.​ En abril de 1900, la segunda guerra de los Bóeres estaba siendo tan mal vista que se le desaconsejó su viaje anual a Francia. En vez de eso, fue a Irlanda, por primera vez desde 1861, en parte para agradecer la contribución de los regimientos irlandeses en Sudáfrica. En julio, su segundo hijo, Alfredo, murió: «Dios mío, mi querido y pobre «Affie» ha muerto», escribió en su diario; «este está siendo un año horrible, solo hay tristeza y horror por todas partes».

Muerte y sucesión

Estatua de la reina Victoria en Glasgow.
Siguiendo una costumbre que mantuvo durante toda su viudez, Victoria pasó su última Navidad en Osborne House —que el príncipe Alberto había diseñado por sí mismo—, en la isla de Wight. El reumatismo de sus piernas le impedía andar y su visión estaba muy afectada por las cataratas.​ A principios de enero afirmó sentirse «mal y débil»,​ y a mediados de mes escribió en su diario que se encontraba «soñolienta (...) mareada y confusa».​ Murió allí, debido al debilitamiento de su salud, el martes 22 de enero de 1901, a las 6:30, con 81 años. En su lecho de muerte estaba acompañada por su hijo y futuro rey, Eduardo, y su nieto mayor, el emperador alemán Guillermo II.​
En 1897 Victoria había dejado escritas las instrucciones para su funeral, que quería que fuera militar, ya que era hija de un soldado y jefe del ejército,​ y que el color dominante fuera el blanco y no el negro.​ El 25 de enero el rey Eduardo, el káiser Guillermo y el príncipe Arturo ayudaron a llevar el ataúd. La reina estaba vestida con su velo de novia.​ A petición suya, el médico y las criadas que la vistieron colocaron también varias fotografías y objetos de su numerosa familia y de sus criados en el ataúd. Así, colocaron una camisa de dormir de Alberto a su lado junto con un molde de yeso de su mano y una fotografía y un mechón de pelo de John Brown que escondieron en la parte izquierda, debajo de un ramo de flores.​ Varias joyas fueron enterradas junto con Victoria, incluyendo la alianza de la madre de John Brown que éste le había dado en 1883.​ Su funeral se realizó el sábado 2 de febrero de 1901 en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor y, después de dos días de velatorio, fue enterrada junto a Alberto en el Mausoleo Real de Frogmore, en el gran parque de Windsor.​ Cuando fue enterrada, empezó a nevar.
La muerte de Victoria supuso el fin del poder de la Casa de Hannover en el Reino Unido. Como su marido pertenecía a la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha su hijo y heredero, Eduardo VII, fue el primer monarca británico de esta nueva dinastía.​